Diálogo de alto nivel para reforzar la cooperación internacional ante las nuevas amenazas al patrimonio cultural
El tráfico ilícito de bienes culturales es una amenaza mundial en rápida evolución que perturba la continuidad cultural, alimenta las redes delictivas transnacionales y despoja a las comunidades del patrimonio que sustenta su historia y su futuro. A pesar de las medidas de salvaguarda de la Convención de la UNESCO de 1970 y la Convención UNIDROIT de 1995, el problema se ha intensificado, impulsado por los conflictos, el crimen organizado, la expansión de los mercados digitales y las persistentes deficiencias en la aplicación de las medidas de protección.
La creciente preocupación de la comunidad internacional refleja este panorama cambiante. La Resolución 79/133 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2024 subraya la magnitud y la urgencia de la cuestión, y pide una mayor cooperación, un refuerzo de la creación de capacidades y unas prácticas de restitución más éticas. También destaca la necesidad de intensificar las sinergias entre los actores mundiales e identifica al ICCROM como un socio clave en la respuesta multilateral.
En este contexto, el ICCROM convocó un evento de alto nivel, celebrado paralelamente durante la 34.ª sesión de su Asamblea General, que reunió a las principales voces de organizaciones internacionales, fuerzas del orden, el mundo académico, redes profesionales y Estados miembros. El diálogo proporcionó una oportuna plataforma para evaluar las tendencias emergentes, armonizar los esfuerzos mundiales y definir los próximos pasos prácticos.
La directora general del ICCROM, Aruna Francesca Maria Gujral, hizo hincapié en que la acción colectiva es esencial para hacer frente a esta amenaza creciente. Describió la sesión como el inicio de una hoja de ruta compartida para cimentar la coordinación con los socios clave y fortalecer la capacidad de respuesta de la comunidad internacional. «Ninguno de nosotros puede tener éxito por sí solo, pero todos juntos podemos lograrlo», afirmó. «El tráfico ilícito ataca el corazón de la identidad cultural. Erosiona nuestra humanidad compartida, socava la justicia para las comunidades afectadas y debilita los cimientos de las sociedades resilientes. El diálogo de hoy marca el comienzo de un viaje colectivo, en el que la educación, la tecnología, los instrumentos jurídicos, las prácticas éticas y la participación de la comunidad deben trabajar codo con codo».
Coincidiendo con el Día de los Derechos Humanos, el evento subrayó que el tráfico ilícito es mucho más que una actividad delictiva: borra la identidad, viola los derechos humanos y disminuye el significado cultural del patrimonio.
Los ponentes señalaron que los traficantes siguen aprovechando las lagunas legales, las plataformas de comercio digital y la inestabilidad geopolítica. A medida que el tráfico se vuelve más complejo y transnacional, se requiere una cooperación multilateral más sólida, respaldada por herramientas de investigación modernas y la coordinación regional.
Las tecnologías emergentes, los modelos de Big Data y la inteligencia artificial se citaron como herramientas prometedoras para predecir tendencias y permitir una intervención temprana. Las bases de datos mejoradas, la identificación asistida por inteligencia artificial, el análisis nuclear y las plataformas digitales son cada vez más útiles para la investigación de la procedencia y la aplicación de medidas preventivas.
La educación se identificó como un mecanismo fundamental para dar forma a soluciones a largo plazo. Los participantes hicieron hincapié en la necesidad de involucrar a un público más amplio, que comprenda que mantener objetos traficados en el hogar es socialmente inaceptable y no debe ser glorificado . No deben ser artículos decorativos, y recuperarlos es una cuestión de dignidad, memoria y pertenencia. Se señaló que las comunidades locales son las mejores guardianas de su patrimonio. Por lo tanto, la educación debe llegar a todos los niveles, desde los profesionales de primera línea, como los funcionarios de aduanas, hasta los directivos, y utilizar formatos accesibles, como los idiomas locales, los métodos interactivos y los videojuegos.
El debate también puso de relieve la importancia de reforzar los instrumentos jurídicos internacionales y fortalecer las sinergias entre las normas mundiales, los marcos legislativos, las iniciativas de creación de capacidad, las plataformas tecnológicas y los mecanismos de restitución. Los panelistas acogieron con satisfacción el poder de convocatoria y capacitación del ICCROM, así como sus esfuerzos por unir a los actores internacionales en torno a una visión compartida de la resiliencia cultural.
Al concluir el evento, la directora general reafirmó el compromiso del ICCROM de diseñar una hoja de ruta conjuntamente y crear una coalición de socios alineados con los principios de la resolución de las Naciones Unidas. Mediante el fomento de ideas prácticas y una colaboración renovada, el ICCROM pretende acelerar el impacto de los esfuerzos mundiales para combatir el tráfico ilícito y apoyar la recuperación y el retorno de los bienes culturales, garantizando que el patrimonio siga siendo un recurso vivo para las generaciones futuras.

